jueves, 7 de junio de 2012

ARQITECTOS A FAVOR DEL MEDIO AMBIENTE.

RENZO PIANO


Renzo Piano




(Génova, 1937) Arquitecto italiano. Renzo Piano nació el 14 de septiembre de 1937 en Génova (Italia), en el seno de una acomodada familia de empresarios de la construcción.



Después del descalabro que para Italia supuso su participación en la Segunda Guerra Mundial, su infancia se vio ensombrecida por la decadencia y las carestías de la inmediata posguerra. Habría que esperar a la década de los cincuenta para que el país, y especialmente las ciudades del norte, como Milán, Turín y la misma Génova, despertaran de aquel largo letargo económico y empezaran a reconstruir los barrios, las fábricas y las infraestructuras, maltrechas por una guerra aún demasiado reciente.



En ese contexto de recuperación económica, el joven Renzo, auspiciado por las grandes perspectivas que le brindaba el negocio familiar, decidió cursar estudios de arquitectura. Así, en 1959 entró en el Politécnico de Milán, donde se graduaría cinco años más tarde. También fue en Milán, y en ese mismo período, cuando conoció a la que sería su primera esposa, Magda Arduino. Fruto de aquella relación, en 1965 nacería el primero de sus tres hijos.



Años de formación y primeros proyectos



Asimismo, en esos años de formación, Piano no se abstuvo de compaginar los estudios con el trabajo en la empresa constructora de su padre. Esta decisión habría de tener suma importancia en el posterior desarrollo de su carrera, toda vez que fue allí donde pudo empezar a experimentar, sin ataduras, con nuevos diseños y aplicaciones para materiales, algunos de los cuales, como por ejemplo el plástico, los emplearía en futuros proyectos como el del Pabellón de la Industria Italiana en la Exposición de Osaka (Japón) de 1970.



Una vez terminados los estudios y bajo la influencia de su amigo y maestro, el proyectista Jean Prouvé, desarrolló una serie de diseños cada vez más rupturistas con los que pretendía cuestionar paradigmas tradicionales de la arquitectura como la autoría, la perdurabilidad o la rigidez espacial. Bajo estas premisas, proyectó una serie de edificios adaptables, como la Casa de Garrone (Alessandria, Italia, 1966), en los que el propietario podía alterarlos o completarlos según su conveniencia y necesidad.

En ese mismo período desempeñó también una intensa labor docente e impartió clases en su antigua universidad, el Politécnico de Milán, así como en la Architectural Association School en Londres.



En este último centro entabló amistad con Richard Rogers, un arquitecto tan joven e inconformista como él que lo pondría en contacto con la arquitectura metabolista y visionaria preconizada por el grupo vanguardista inglés Archigram. Las afinidades entre ambos les empujaron a asociarse y crear una oficina aún hoy mítica, Piano & Rogers.



El impacto del Centro Georges Pompidou



Después de unos primeros proyectos que no pasaron de la mesa de dibujo, en 1971 ganaron un concurso que habría de cambiar sus vidas: la construcción del Centro Georges Pompidou en París. El edificio, como en el pasado ya ocurriera con otro símbolo de la ciudad, la Torre Eiffel, fue polémico desde un principio.



Para buena parte de la opinión pública, aquella enorme cápsula transparente que dejaba a la vista -hecho insólito hasta aquel momento-las tuberías, los conductos de ventilación y demás, se asemejaba más a una refinería que a lo que propiamente debía ser un centro de arte. Con todo, y a pesar de las voces contrarias y de las enormes dificultades técnicas y estructurales que entrañó la construcción del singular edificio, los trabajos siguieron adelante y en 1977 se inauguró con solemnidad de Estado.



Desde entonces, el Beaubourg -como popularmente se le conoce- se ha convertido en una de las principales atracciones de la ciudad. Prueba de ello son los más de 150 millones de personas que lo visitaron en sus primeros veinte años de vida y que obligaron a renovarlo a fines de la década de los noventa, en un largo y costoso proceso dirigido por el propio Renzo Piano.



En 1977, junto con el ingeniero Peter Rice, fundó un nuevo estudio en Génova. De ahí saldrían en los años siguientes, y hasta la muerte de Rice en 1993, trabajos altamente reflexivos. Éste fue el caso de la Habitación-Laboratorio en Otranto (Italia, 1979), un taller de participación ciudadana en el que se debatió cómo debía rehabilitarse el barrio antiguo de la ciudad; o el de la Vivienda Evolutiva en Corciano (Perugia, Italia, 1978-1982), una urbanización diseñada a partir de unos módulos prefabricados y estandarizados de hormigón acoplables entre sí, y cuyo interior podía ser modificado por el propietario.



Entre las intervenciones más relevantes de este período cabría destacar, entre otros, el Museo de la Menil Collection (Houston, Estados Unidos, 1981-1986), destinado a alojar una importante colección privada de arte primitivo y contemporáneo. Uno de los retos del proyecto fue el de conjugar los muchos condicionantes que la propietaria y benefactora, Dominique de Menil, había impuesto al diseño.



Tales requisitos se solucionaron creando un edificio en el que los distintos volúmenes y planos se interrelacionaron entre sí y con el exterior a partir de una galería circundante. Con todo, uno de los elementos más logrados fue la cubierta de las salas de exposiciones, creada mediante un entramado de finísimas placas de hormigón que, a la vez que dejaban penetrar la luz solar, impedían que los rayos ultravioletas, dañinos para la conservación de las piezas, se filtraran en el interior.









La principal innovación del proyecto fue la aerodinámica y ondulante cubierta de la terminal, que, lejos de ser un capricho estético, vino determinada por las investigaciones y los cálculos de resistencia estructural. El éxito de esta obra colosal se confirmó en 1995 cuando un fuerte terremoto sacudió el área de Osaka y en Kansai ni tan siquiera se rompieron las cristaleras.



Otra de sus obras insoslayables es el Centro Cultural Jean-Marie Tjibaou en Noumea (Nueva Caledonia, 1991-1998), en el que aunó las culturas del Pacífico y la modernidad. En 1998, año en que finalizaron las obras del conjunto, Piano recibió en la Casa Blanca de manos del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, el prestigioso Premio Pritzker, considerado el Nobel de la arquitectura.



En los últimos años, Renzo Piano ha seguido manteniendo un ritmo de actividad frenético, realizando obras y proyectos por todo el mundo. De entre estos trabajos recientes habría que mencionar el Museo de la Fundación Beyeler (Basilea, 1992-1997), la Remodelación de la Potsdamer Platz (Berlín, 1992-1998), el Auditorio Paganini (Parma, 2001), los tres auditorios del Parque de la Música (Roma, 1994-2002) y la nueva sede del The New York Times en Manhattan (Nueva York), proyecto aún en fase de ejecución.



Desde que en 1977 cambiara el curso de la arquitectura moderna con la construcción del Centro Georges Pompidou, Renzo Piano no ha dejado de evolucionar y aun de sorprender con cada uno de sus proyectos. Aunque no han sido pocas las voces que lo han calificado como el arquitecto de la alta tecnología, él siempre ha rehusado este tipo de etiquetas:«Cuando el estilo llega a convertirse en una marca, en un sello personal, éste deviene una jaula». Sus innovadores diseños, lejos de ser casuísticos o ambiguos, como a veces se ha dicho, han sido configurados en estrecha relación con el marco geográfico y cultural en el que están asentados así como con la función y los destinatarios de los mismos. Este sentido ético de la práctica arquitectónica sería, precisamente, el atributo que mejor podría definir la poliédrica y extensa obra de este gran proyectista italiano.


CEASAR MARIQUE CABRERA






César Manrique Cabrera nació el 24 de Abril de 1919 en Puerto Naos, barrio de Arrecife (Lanzarote), hijo de Francisca y Gumersindo. De padre representante de comercio, en el ramo de la alimentación, y abuelo notario. César precedió solo algunos minutos a su hermana gemela Amparo. Tenía otra hermana y hermano, todos los cuales aún viven. Don Gumersindo procedía de una buena familia de Fuerteventura y emigró a Lanzarote.

Los Manrique constituían una familia típica de clase media insular, sin agobios económicos. En el año 1934, su padre compró un solar en Caleta de Famara y construyó una casa junto al mar. Esta casa marcó mucho en su vida, rememorando con fruición: " La alegría más grande que tengo es la de recordar una infancia feliz, veraneos de cinco meses en La Caleta y en la playa de FARMARA, con sus ocho kilómetros de arena fina y limpia, enmarcada por unos riscos de más de cuatrocientos metros de altura que se reflejan en una playa como un espejo. Esa imágen la tengo grabada en mi alma como algo de una belleza extraordinaria que no podré borrar en mi vida. "

Participó en la Guerra Civil española como voluntario del lado franquista. Su experiencia de la guerra fue atroz, y nunca quiso hablar de ella. En el verano de 1939, una vez concluída la guerra, César regresó a Arrecife. Llegó vistiendo aún el uniforme militar. Tras besar a su madre y a sus hermanos, subió a la azotea de la casa, se desnudo, pisoteó con rabia la ropa, la roció con petróleo y le prendió fuego.

Terminada la Guerra Civil, ingresó en la Universidad de La Laguna para estudiar Arquitectura Técnica, que a los dos años abandonaría. En 1945 se traslada a Madrid para entrar becado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde se graduaría como profesor de arte y pintura.

En otoño de 1964, siguiendo los consejos de su primo Dr. Manuel Manrique Psicólogo y escritor en Nerw York, marchó a esta ciudad, donde estuvo hasta verano de 1966. Se hospedó al llegar en casa de Waldo Diaz-Balart, pintor de origen cubano, en el lower East side, vecindario de artistas, periodistas y bohemios, de esa época. Gracias a su primo Manuel, consiguió una generosa beca en el Institute of International Education que patocinaba nelson . Ello le permitió alquilar su propio estudio y empezar a pintar una amplia obra que fué exhibida con éxito en la prestigiosa Galería en New York "Catherine Viviano".
Estando en New York, escribía a su amigo Pepe Dámaso "(...) más que nunca siento verdadera nostalgia por lo verdadero de las cosas. Por la pureza de las gentes. Por la desnudez de mi paisaje y por mis amigos (...) Mi última conclusión es que el HOMBRE en N.Y. es como una rata. El hombre no fué creado para esta artificialidad. Hay una imperiosa necesidad de volver a la tierra. Palparla, olerla. Esto es lo que siento." Comenzó a sentir nostalgia de Lanzarote.

“Cuando regresé de New York, vine con la intención de convertir mi isla natal en uno de los lugares más hermosos del planeta, dadas las infinitas posibilidades que Lanzarote ofrecía ".

Y esta es realidad actual: Es imposible imaginarse Lanzarote tal y como es hoy sin César Manrique. Era pintor, escultor, arquitecto, ecologista, conservador de monumentos, consejero de construcción, planeador de complejos urbanísticos, configurador de paisajes y jardines.

Quienes conocían a Manrique sólo superficialmente ignoraban la carga de puritanismo que ordenaba su conducta. Manrique fue realmente un hombre frugal; no bebía alcohol, no fumaba ni permitía fumar junto a él, se acostaba regularmente muy temprano, y madrugaba, comenzando muy pronto su trabajo en el estudio.

Falleció a los 73 años en un trágico accidente de tráfico, el 25 de Septiembre de 1992, al lado de la Fundación, cerca de Arrecife. Las paradojas del destino determinaron que encontrara la muerte en un accidente automovilístico, cuando él detestaba la masificación de los vehículos.






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